El alunizaje del Apolo XI en 1969 marcaría a María Belén Morales, que pronto reaccionó frente a la conquista espacial con una profunda reflexión acerca del vacío existencial del hombre en la Tierra.
Consciente de que ese sentimiento de frustración era el estado previo a la revelación de la necesidad de buscar otros mundos, un motor para la utopía, indagó sobre la representación del vacío creciente en la humanidad. El hueco, como metáfora de la soledad y la insatisfacción, progresivamente adquirió entidad en una serie de esculturas realizadas en yeso directo y chapadas con fragmentos irregulares de latón que compacta con masilla industrial hasta recubrir la anatomía de las figuras.
Mujer sola, 1970. Col. herederos de E. Gregorio, Las Palmas de Gran Canaria.
Foto: Fachico Rojas
Esta cosificación maquinista del ser humano se revela con rotundidad tanto en Pareja (1969), pieza ya desaparecida, como en Mujer sola (1970). El vacío en el tronco de los cuerpos actúa como metáfora de la desazón y de la alienación de los tiempos modernos.
La soledad del ser humano adquiere protagonismo en una serie de paneles de madera sobre los que dibuja con plomo incandescente el contorno de la figura y, paralelamente, en cuatro esculturas de título revelador: Mujer Desintegrada (1970). En estas piezas exentas, el ensamblaje de vigas de caoba talladas y atornilladas por gruesos pernos permite a María Belén llenar el vacío existencial de estos cuerpos-mecano con una lámina de metal en la que reverbera la luz circundante.
El diálogo entre el metal y la madera presidirá la exposición individual 16 esculturas de María Belén Morales que acoge la Sala de Arte y Cultura de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife en La Laguna (Tenerife) en 1970. Era la primera gran exposición individual que presentaba la escultora y confirmaba la solidez de la senda que había decidido seguir.
Dos de estas piezas han pasado a formar parte de la Colección de Arte de la Fundación CajaCanarias.
Raquel Luis Rodríguez, Óliver González, Margarita Ramos, Federico Castro y Manuel Hernández junto a las esculturas Mujer desintegrada II y III realizadas por María Belén Morales en 1970