La obra, s.t. (1986) perteneciente a la Serie Atlántica, forma parte de la colección de Victoria Díaz Zarco y Federico Castro Morales.
Sobre esta pieza y las circunstancias «vitales» de la misma, escribe Federico Castro:
En 1986, María Belén Morales (1928-2016) mostró en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife su Serie Atlántica, integrada por esculturas, collages y dibujos de líneas rotundas, un conjunto de obras inspiradas en la contemplación de la bóveda celeste y el juego de potentes diagonales y sombras que los acantilados arrojan sobre el plano infinito del Océano en las costas de Tenerife.
Para la autora esta pieza, llave para su nuevo proyecto artístico, próximo a la abstracción, fue también vínculo y desgarro, pues pronto quedaron atrás muchos momentos mágicos asociados al cromatismo y a la luz de ocasos compartidos en el territorio atlántico. Por este motivo, cuando se trasladó a Córdoba para preparar su itinerancia andaluza, María Belén trajo consigo esta obra clave, a partir de la cual continuaría su profunda reflexión sobre el valor plástico del espacio; una reflexión mitad geográfica, mitad geométrica.
En 1993 expuso este talismán en el Palacio de Viana por invitación de Antonio Povedano y la Caja Provincial de Ahorros. Y junto a este, los collages Tríptico Córdoba y Paisajes estructurados, serie inspirada en las terrazas fluviales del Guadalquivir. Completaban la muestra las esculturas de las series Óxidos y Bisagras, construidas en el estudio de Jacinto Lara y en los talleres de sus amigos en Fernán Núñez y Villarrubia.
María Belén se sintió acogida y apoyada en Córdoba y vio esta ciudad como posible morada para su arte. Cuando regresó a Tenerife, dejó este collage en casa, con la ilusión profética del regreso. Casi 30 años después, la pieza vuelve a estar en Córdoba.»